Araúz de Robles y Sergio Serrano, como Lázaro, resucitan en Las Ventas.

por | 22 Sep, 2019 | Crónicas

Tres toros fueron los necesarios para levantar la antigua casta de los Arauces: Latoso, Chirón y Chirivito, confirmando lo que el dicho dice: lo bueno, si breve, dos veces bueno. Cada uno fue de su padre y de su madre, diferentes entre sí, pero la forma en la que han hecho disfrutar al público de Madrid fue igual en los tres toros. El primero por su excelencia, el segundo por su evolución y el tercero por su casta y peligro. Completaba la tarde la ganadería de Saltillo, que ha lidiado variados toros, incluida una alimaña de mucho peligro y con la que había que andar con pies de plomo. Los 6 tuvieron buena presencia y varios fueron aplaudidos de salida. El cartel lo formaban Sánchez Vara (de blanco y oro), Javier Castaño (de turquí y oro) y Sergio Serrano (de caña y oro). Destacar que, por primera vez en lo que va de verano, hemos visto picar como Dios manda gracias a Adrián Navarrete, que dio una auténtica lección de torear a caballo, y más discretamente a Pedro Iturralde, que lanzó la vara de forma magistral.

El primer toro fue un toro bueno de Saltillo que embestía a media altura e iba algo rebrincado, por lo que desarrolló bronco comportamiento. 3 puyazos yendo a más. Sánchez Vara estuvo algo desconfiado con el animal, bastante inquieto y sin tenerlas todas consigo. Se sobrepuso a ello en las últimas tandas y le sacó al toro unos naturales francamente buenos, de gran sabor y profundidad. El toro escuchó palmas y él saludó una ovación. Su segundo (4º de la tarde) fue Chirón-74 de Arauz, un toro que fue tres toros al tiempo: un animal bravísimo en varas (3 puyazos de largo, romaneando al caballo, empujando con los riñones y humillando), un manso encastado en banderillas y vuelta al bravísimo toro en la muleta yendo de menos a más y haciendo surcos con el hocico en el albero. Esta vez, Vara, se puso desde el principio con él y lo cuajó de manera soberbia. Ovacionado el toro y saludos para su matador.
Y salió, en segundo lugar, por chiqueros Latoso-63. Un toro de Arauz de Robles muy samuelón, cuajado, hondo, muy serio y fuerte. De salida se comía los engaños, codicioso, entregado desde un primer momento. Derrochó casta en varas al tomar dos puyazos desde los medios empleándose y pudiendo al equino. En banderillas galopó y Joao Ferreira y Fernando Sánchez, como siempre sentando cátedra, saludaron una ovación. Destacar también la excelente brega de Marco Galán. En la muleta de un nefasto Javier Castaño, todo el rato por debajo del toro, fue codicioso, humillando, haciendo el avión, entregado y verdaderamente extraordinario, soberbio. Injusto fue no concederle la vuelta al ruedo al toro, así que imagínense ustedes mismos la ovación que Las Ventas le dio al arrastre en contraste con la indiferencia del silencio para Castaño. Con su segundo abrevió, un toro de Saltillo muy serio y de lámina antigua que tenía mucho que torear y mucho que sacar a relucir pero que no fue posible en la blanda muleta de Javier Castaño. Silencio por doble partida.
El tercero, de Saltillo, fue la clásica alimaña de este hierro: un toro que no tenía ni uno por ningún lado y que era de faena de aliño y a matar para muchos toreros, pero no para Sergio Serrano. El mando en su faena estuvo latente todo el rato, la hondura, el templar al casi imposible toro. Levantó a Madrid con dos tandas, aquello era ya un manicomio donde un puñado de locos animábamos a otro loco a enfrentarse más con un asesino, y encima hacerlo con arte. No sabremos nunca qué hubiera pasado si lo llega a matar de un estoconazo, pero en vez de eso recordaremos las superlativas tandas por el pitón derecho y con la mano baja. Al final, por la espada, todo quedó en una vuelta al ruedo que supo a poco… División de opiniones para el toro. El «cierraplaza» fue otra prenda, con más peligro que El Juli con una de Garcigrande… Lo dobló y se estiró Serrano con él, lo cuajó lidiando como mandan los cánones y quedó en saludos en el tercio. Pitos al toro.
En resumidas cuentas: una tarde de las que hacen afición, de las que quedan en la retina por mucho tiempo, de las que se deben enseñar a las generaciones venideras de aficionados, toreros y ganaderos.
Por Quesillo

Fuente: torosdelidia.es

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