Sergio Serrano sigue al alza y triunfa en el gélido festival del Cotolengo

por | 24 Nov, 2019 | Crónicas

En año doblemente electoral, el mundo del toro se ha visto salpicado por las proclamas y los populismos dignos de la casta política que copa ahora los puestos nobles de poder. El festival del Cotolengo se quedó debajo de un taco de papeles de campaña, eslóganes y demás frases para la historia que se quedaron en mentiras y fraudes. Ni en abril ni en mayo se habló del festival. Ni antes ni después de feria. Se dejó caer allá por el 28A un cartel que por pésimo era hasta atractivo. Al final, por suerte, gracias al esfuerzo del alcalde y de varias empresas comprometidas se ha celebrado la XXX edición del festival del Cotolengo. La plaza presentaba una entrada pírrica. Demasiada como para el frío que hacía, siendo además un sábado por la mañana. Entre el viento y las intermitentes nubes, Sergio Serrano.

El torero manchego está en el mejor momento de su carrera y posiblemente también de su vida. Lo tiene muy claro y sabe lo que quiere. Tiene y ha tenido siempre a la afición de su lado, pero es ahora cuando todos se han dado cuenta de las condiciones que tiene. Más de diez años después. Nunca es tarde. Salió al ruedo para honrar al Cotolengo y fue el único que tuvo el detalle de dedicarle a la madre superiora Victoria su labor. Cortó dos orejas toreando sin ventajas y sacó lo mejor de un exigente animal de El Retamar. Seguramente el toreo fuese lo de menos un 23 de noviembre con seis toreros vestidos de corto más pendientes de enfundarse el marsellés que de disfrutar. ¡Qué frío!

Además de las dos de Serrano, cortaron una oreja Pedro Marín, Diego Carretero y Alejandro Peñaranda. Por orden de importancia, la del torero de Hellín. Carretero estuvo más que firme y supo sacar lo mejor de un animal con muchos matices de Juan Manuel Criado. Destacó el toreo al natural en una labor larga y pausada. El joven novillero de la escuela taurina Alejandro Peñaranda paseó otro trofeo de un eral bruto pero de alegre movilidad de Los Chospes. Lo más lucido de su faena vino con la mano izquierda. Naturales profundos y de mano baja pese al viento y la impericia. Lo mató muy bien y volvió a dejar claro que el trabajo de Sergio Martínez y Gonzalo González al frente de la Escuela sigue dando sus frutos. El matador de Elche de la Sierra Pedro Marín volvía a su plaza después de muchos años, huelga de hambre por medio. Anduvo dispuesto y con ganas de agradar. Suplió las carencias lógicas de la inactividad con esfuerzo y actitud.

Andrés Palacios no pudo hacer nada frente a un toro de Las Ramblas que se comportó como una hiena hambrienta en sus estertores. Le cogió con el capote y no repitió con la muleta porque el oficio y la firmeza de Palacios estuvieron muy por encima de él. Miguel Tendero también volvía a pisar el ruedo de Albacete tras varios años desaparecido del circuito. Hizo frente a un animal precioso de Samuel Flores, que tuvo tanta clase como poca fuerza. Dejó varios muletazos cadenciosos y dejándose llevar. La espada le privó de pasear un trofeo. Tendero es un torero recuperable, pero eso depende de él.

Así, ya van treinta ediciones de un festival que ha de repensarse. La peor fecha es la que no se da. En eso lleva mucha razón el alcalde Casañ, pero el trabajo que hubo de hacerse en primavera se dejó en stand by por miedo a represalias electorales. El toreo es apolítico, dicen. La realidad es que hay pocas cosas más politizadas que la Tauromaquia. El Cotolengo, que el año pasado engrosó sus arcas con 40.000 euros procedentes del festival, difícilmente podrá igualar esas cifras este año. Y esto va en caída libre. Se echa de menos a Dámaso y también a la afición, porque para ir este sábado a los toros había que tener algo más que afición. Pero bueno, quedémonos con Sergio Serrano. 2020 puede ser su año y por él no va a quedar.

Fuente: +quealba

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